1/4/10

Retales de Tarifa: Bichos y flores

En estos viajes de campo siempre acaba uno juntando una serie de fotografías (que a veces hasta son bonitas y todo) de animales y plantas que, si bien sobran en la entrada que cuenta el hilo principal del tema, son muy socorridas para otras en plan “álbum de fotos”. En este blog menudean dichas entradas (tres ejemplos de muchas que habrá que recuerdo ahora mismo -1, 2 y 3-), y el viaje mosquitero a Tarifa se merece la suya propia...
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Ante ustedes, desenfocado por la falta de luz del amanecer y de sueño del fotógrafo, el lepidóptero más grande de Europa: el gran pavón Saturnia pyri. Y es que no sólo los mosquitajos pequeños se veían atraídos por la sugerente luz ultravioleta de las trampas... Lo que este bicharraco tiene de grande lo tiene también de efímero: es una especie univoltina (sólo vuela una generación cada año) cuyas orugas empupan en otoño para producir el adulto en primavera. Éste, con el tubo digestivo atrofiado, vive apenas lo suficiente para reproducirse y morir.

Una foto de Sofía. Sobre mi mano un Carabus lusitanicus latus (creo); el terror de lombrices y babosas Alcornocales adelante...

Otra foto de Sofía de un bicho sobre mi mano: Un Pimelia fornicata capturado en la playa de Bolonia, antes de subir a ver el vencejo moro. Las especies de este género de tenebriónidos típicos de playas arenosas han perdido la capacidad de volar, llegando a estar sus élitros soldados. En la Península aparecen varias especies endémicas, siendo ésta típica de las costas andaluzas.

Seguimos en la playa de Bolonia con un escarabajo pelotero (Scarabeus sp.) no identificado, que se afanaba por empujar duna arriba una bola de bosta de caballo. Me llamaron la atención las moscas que iban cómodamente posadas sobre él; supongo que aprovecharán esa misma bola de estiércol para desovar en ella, aunque no he encontrado referencias de este “caradurismo”.

Pero lo que ya me dejó flipado fue, al cogerlo y darle la vuelta, encontrarme ¡un gorgojo! agarrado a su abdomen. De nuevo, ni idea de si ambas especies interaccionan más allá de la foresis... Por cierto, esto de coger bichos es una manía muy fea que arrastra uno desde niño... Siempre es mejor no coger nada; pero por lo menos después volved a dejar al bicho en su sitio.
Seguimos en Bolonia, pero cambiamos de reino. Sí, lectores asiduos de Biólogo y Becario, la habéis reconocido: es una Orobanche sp.

Y cerramos entrada con esta foto de una preciosa Scilla peruviana. No hagáis caso al nombre; la especie es europea de toda la vida, pero Linneo se hizo un poco el lío al describirla y estas cosas, una vez salen publicadas, ya no hay quien las cambie...

Cerrado queda el campo de momento, además. Que nos vayamos este verano a anillar es algo que está muy en el aire, así que puede que no toque hacer expediciones de éstas hasta que volvamos a por ácaros o mosquitos el próximo otoño. Vengan cuando vengan, sean en buena hora...

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