22/9/10

Hacerse el sueco (XIV): pinceladas de la vida en Escania

Todos los días me pasmo de lo tremendamente sueca que es aquí la gente ya desde la guardería. Me quedo embobado viendo cómo enanos que no pasarán de los seis años van ya en sus bicis a clase, dándole duro a los pedales; y cómo otros que apenas les aventajan en edad y centímetros lo hacen ya completamente solos, sin adultos que los vigilen. Otra cosa que me asombra es la naturalidad con la que viven el tema de la lluvia, a mí que tanta rabia me da mojarme: si apenas si se preocupan de tapar un poco a los bebés que van en los carritos; no digamos ya si los mocosos pueden caminar. Desde luego nada que ver con los niños-crisálida de ahí abajo, la verdad es que me siento a veces algo ridículo con el paraguas...
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Adenda: y ahora caigo en la cuenta de que ya es la segunda vez que me asombro por lo mismo.

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