17/10/10

Pajareo en el Sureste

¿Dispuestos a aguantar una nueva sesión de mis horrorosas fotografías? Me da igual que digáis que no, porque las voy a colgar sí o sí... Estaba esta semana que no podía con el mono de pajarear, y ayer por la mañana me quité la espina acercándome al Soto de las Juntas, lugar que antes frecuentaba bastante y que tenía ya medio olvidado. Iban a acompañarme Sonia y Alberto (ambos escalando rápidamente posiciones desde “alumnos-esclavos que nos echan una mano en el Departamento” a “amigos”), pero al final sólo él pudo venir. Alberto está preparándose para ser anillador con la buena gente de Álula, pero como no tiene tanta experiencia con los bichos fuera de la red, pues pasamos una mañana la mar de maja sumando especies a su lista...

... especies como este macho de cerceta común Anas crecca, que practicaba tai-chi en un tronco sobre el Jarama. De madrugada hace mucho frío ya, pero llevamos una semana en que luego durante el día calienta bastante. Con los pájaros estaba la cosa también así, a medio camino entre los de verano y los de invierno: entre las hordas de currucas capirotadas que están ahora en el punto álgido de su paso hacia el sur (nos veremos en Tarifa...) se dejaron caer los últimos mosquiteros musicales y colirrojos reales. Y dentro del agua...

... mientras varias parejas de somormujos lavancos Podiceps cristatus andaban aún con pollos pedigüeños a su cargo...

... junto a ellos sus primos los zampullines cuellinegros Podiceps nigricollis se atusaban despreocupadamente su plumaje invernal, tan distinto del de verano. Otras cosas interesantes del día fueron un macho de avetorillo, o una pareja de collalbas negras que se dejaron ver de lujo en una fugaz aproximación que hicimos hasta la laguna de El Campillo.

Y esta foto para que veáis que no pensamos sólo en los pájaros. Son tres nidos de avispas alfareras, cada uno del tamaño de una canica, que había dentro del observatorio desde el que saqué las fotos de arriba. El del fondo está aún abierto; en los otros dos su artífice ha puesto ya un taponcito de barro. Dentro están una o varias orugas; paralizadas, pero vivas: la comida fresca que le espera a la larva que saldrá del huevo que también puso la avispa dentro.

Un galápago leproso Mauremys leprosa, sonriente bajo el sol de octubre. Lástima que fuese la única tortuga autóctona que encontramos, frente a ¿ocho? de orejas rojas...

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