2/12/12

Conservación de la Ilusión

 Vamos con la primera de las dos excursiones que he ido empalmando estos días, la de Conservación de la Fauna. El objetivo de la misma es visitar tres reservas: tres humedales de norte peninsular; y escuchar de la boca de los propios técnicos que trabajan en dichos espacios cuáles son los factores de amenaza con los que lidiar y las soluciones ingeniosas con los que se han ido enfrentando a los mismos. Dos son pequeños humedales periurbanos: las Marismas Blancas y Negras de El Astillero, junto a Santander; y Salburúa, en Vitoria. Ambos pasaron a lo largo de los años de ser zonas olvidadas y degradadas a áreas de esparcimiento muy apreciadas por los ciudadanos del entorno.
 En Salburúa había además un pequeño pastelito: un ánsar campestre Anser fabalis, especie escasísima en España, que vimos a placer (aquí fotos de ese mismo bicho). Sin embargo, y para variar, quienes más atención se llevaron por parte de los alumnos fueron los ciervos escoceses que se encargan de mantener abiertas de vegetación diversas zonas de la reserva.
 El tercer humedal que se visita, y el plato fuerte del viaje, son como ya os dije antes de salir las Marismas de Santoña, un área protegida muy importante cuya conservación tiene sin embargo sus altibajos con la población local. Aquí echamos todo el viernes 23 y parte de la mañana del sábado, visitando cuantos más sitios mejor y dejándonos sin embargo muchos por ver. Y viendo pájaros, muchos pájaros; para alegría de parte de los alumnos y ligero hartazgo de otros tantos...
 Sin embargo, siempre hay espacio para "el milagrito": cuando bichos majetes como esta hembra de halcón peregrino Falco peregrinus se portan como es debido, posándose en un poste frente a los alumnos a desayunar y atusarse las plumas; hacen mucho más por fomentar la afición que todo lo que les podamos decir nosotros de palabra... y es que es ver cómo hasta al al más garrulo de ellos le cambia la cara y se le dibuja una sonrisa al arrimar el ojo al telescopio para saber que se ha ganado otra pequeña batalla.
Ahí está un poco la raíz del asunto: en que más allá de por que lo digan las leyes o porque al sitio X se le pueda sacar tal o cual aprovechamiento, la gente defienda lo que tiene principalmente porque lo ha vivido y disfrutado en primera persona; porque lo siente como suyo y, como tal, quiere que dure. Conservar en la gente la ilusión que genera la belleza es el fundamento de todo lo demás.

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