8/7/13

Carpetana arriba, Carpetana abajo (I): sitios

 Durante este último puñado de años, para mí Gredos siempre ha sido el mero telón de fondo de mis escapadas toledanas y extremeñas: una sucesión de picos nevados, unos paredones imponentes que ofrecen el contrapunto perfecto a los cortados de Monfragüe, a las dehesas de la Campana de Oropesa y Campo Arañuelo y, más recientemente, a las colinas suavizadas de la sierra de San Vicente. Tocaba ya completar ese hueco, y este fin de semana hemos disfrutado de lo lindo en las montañas abulenses.
 Por exigencias horarias, el plan fue bastante intenso: como el sábado por la tarde debíamos estar de vuelta, salimos de Madrid el viernes después de comer sin tiempo que perder, para llegar hasta la Plataforma de Gredos y desde allí, corriendo casi, alcanzar el refugio en el circo de Gredos a tiempo para cenar.
 Aunque lo de "corriendo casi" es exagerar un poquillo, ya que la capacidad de las piernas y la fuerza de voluntad necesaria para evitar pararse con cada flor variaban un tanto entre los seis que fuimos, de modo que entre el primero y el último hubo casi una hora de diferencia. Aunque cenar, cenamos todos :-)
En la montaña tengo... creo que más el defecto que la virtud, de meter la marcha y tirar tirar hasta llegar al destino fijado. Dejando a la gente atrás experimenta uno el gusto de divisar la meta como quien hace un descubrimiento, pero corre el riesgo de perderse los detalles que hacen la experiencia más completa... detalles que me ha fastidiado tanto perderme como ver de una vez pechiazules en plumaje nupcial en su hábitat típico del piornal de montaña :-/
 El refugio, al fondo del Circo y a orillas de la laguna Grande. Estaba lleno casi hasta la bandera, tanto de montañeros motivados dispuestos a subir al Almanzor (al fondo, con su característica cumbre de dos piquitos) nada más salir el sol, preparándose para hacer escalada extrema en las agujas graníticas cortadas a plomada o en pleno proceso de atravesar el Sistema Central de punta a punta; como de familias sin mayor preocupación que pasar un día "de playa" diferente tumbados en los cervunales.
 Y luego nosotros seis, claro, en nuestra categoría aparte; saltando de peña en peña a la búsqueda del más difícil todavía: del bicho o la flor que superase en exclusividad al anterior. Flores y bichos que dejo para las entradas de los próximos días ;-)
 Y bichos y plantas a un lado; los paisajes, claro, que a todos gustan.
Antes de volver a Madrid, el sábado por la tarde hicimos una parada en una localidad a la que creo que volveremos muy a menudo, ahora que a Javi le tiran tanto las plantas: el pinar de Hoyocasero. Un lugar que, nadie sabe muy bien por qué, atesora bajo las copas de sus árboles una extraordinaria diversidad de flora, que incluye además muchas especies de origen norteño que en España apenas sí se dejan ver al sur de Pirineos y que no crecen en ningún otro lugar del Sistema Central... y con esta carta de presentación, ¿¡cómo no íbamos a parar allí...?! Paramos, pues, ¿y qué nos encontramos? Lo dejo ya para mañana..

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