14/11/15

Con toques afrutados (Otoño conquense, y IV)

 Había visitado la Serranía de Cuenca por primera vez hace quince años, en COU, durante el puente de la Inmaculada, y entre otras cosas (como tacharme el trepador azul) me había llamado poderosamente la atención la gran cantidad y variedad de arbustos con frutos, muchos de ellos espinosos, que crecían por todas partes.

 Arbustos espinosos y llenos de frutos como el majuelo o espino albar Crataegus monogyna, cuyas drupas alcanzan aquí un tamaño, y aparecen con una abundancia, que no he visto nunca en Madrid.

 Arbustos como los enebros comunes Juniperus communis, protagonistas, lo recordáis, del artículo de octubre de EMNMM. Y también había sabinas: albares J. thurifera y moras J. phoenicea.

 Otro arbusto de frutos azulados: el endrino Prunus spinosa, de los que también había algunos tan forrados de endrinas que casi ni las ramas se veían.

 Y otro de frutos rojos, los rosales silvestres o escaramujos Rosa sp. (hay demasiadas especies de rosa para mi paciencia y experiencia). Y no saqué ninguna foto decente de otro arbusto espinoso y abundante muy típico de la zona: el agracejo Berberis vulgaris.

 Más frutos: la alheña o aligustre Ligustrum vulgare, a veces perenne y a veces caduco, y cuyo primo de jardín y porte arbóreo L. lucidum tanto aprecian las capirotadas y tantas alegrías ornitológicas me ha deparado siempre.

 Y un último arbusto frutal... sin fruto, pues en vez de esperar al invierno y a las aves invernantes, el grosellero Ribes alpinum fructifica a comienzos del verano.

Y cerramos ya, la entrada y el ciclo conquense, con otro, no fruto, sino cuerpo fructífero: el de una Russula sp. No quedaban ya muchas setas en el monte, y la mayoría, además pasadas; pero no por eso dejaba la gente de salir a intentar llenar la cesta, ¡hasta con un autobús lleno de seteros llegamos a cruzarnos! Sea con la excusa que sea, está bien que la gente salga al monte. Que como veis por las entradas de este blog, por sitios bonitos no será...

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