20/12/15

La puerta de Andalucía (Vertebrados revisited, y VI)

 Una cornicabra Pistacia terebinthus pintada con sus bonitos colores otoñales: una de tantas que ponía aquí y allá, junto con los quejigos, una nota de color en los bosques de Sierra Morena... Por Despeñaperros "se pasa", lo raro es "ir". Por eso nuestros sentimientos eran un poco contradictorios cuando, al diseñar el viaje y pensar en qué hacer el último día, Raquel sugirió que le apetecía conocer la zona: teníamos ganas, por una parte, de ver un sitio relativamente desconocido. Pero por otra parte nos quedaba la sombra de duda de si no sería "desconocido" por causas justificadas, y si no iríamos a malgastar un día...

... pero por suerte no fue así, en absoluto, y echamos un día la mar de entretenido saltando de roca en roca por paisajes preciosos, como podréis ver en esta entrada en las fotos de Raquel. Tras dejar atrás Doñana el lunes y dormir en Linares, nos desayunamos el ocho con la ruta que asciende al Cerro del Castillo, en la orilla este del desfiladero que tanta historia de España ha contemplado. Las vistas desde arriba eran muy bonitas, pero ya sabéis que las fotos que hice de panorámicas, las del desfiladero desde el borde del mismo (ahí estoy, en el centro de la foto, pequeñito, asomado), y las del acentor alpino Prunella collaris que pude ver muy de cerca al acercarme a hacer esas fotos (aquí sí, no como en Benquerencia), se perdieron como lágrimas en la lluvia con mi cámara en Rivas...

 Tras subir al cerro, bajamos luego a la "Cueva de los Muñecos", que se ve en la foto que enlazo arriba. Lo que uno ve en realidad es una gran falla en el acantilado que daría acceso a la cueva en sí, así llamada por haberse encontrado allí miles de exvotos íberos, pequeñas figurillas de hombres a pie y a caballo, como soldaditos de plomo (bueno, de bronce).

 Dejamos la parte del desfiladero y nos internamos en la sierra hacia el este, a Aldeaquemada. El pueblo ya lo conocía, pues habíamos estado anillando aquí en 2009 durante el trabajo de campo de mi tesis, pero no habíamos tenido tiempo de visitar los enclaves de mayor valor paisajístico de la zona, particularmente la cascada de la Cimbarra. La ruta se acerca primero desde detrás, permitiendo ver cómo el agua del Guarrizas, cayendo durante milenios, ha hecho que el acantilado se abra en una estrecha "V".

 Desciende la ruta al pie del salto siguiendo el camino que daba acceso a un antiguo molino y, vista la gran poza que se abre bajo la caída de agua, vuelve a subir, permitiendo ver de nuevo la cascada desde arriba y de frente. El ridículo caudal que llevaba el río no tenia nada que ver con el que lleva cuando arrecian las lluvias...

Y aún visitamos antes de comer otra cascada que bajaba casi seca, la del Cimbarrillo, bastante cerca de la anterior. Que no llevasen agua no le quitaba mucho encanto a la zona, en cualquier caso, y la verdad es que dimos el día por muy bien aprovechado.

 Y despido esta serie de entradas con la foto de un bonito macho de lúgano Spinus spinus, que se afanaba en buscar las semillas caídas de los alisos de la vera del arroyo. Bonito, como bonitos eran todos los sitios que visitamos, como bonitos me parecieron al visitarlos por primera vez en aquella excursión de Vertebrados de 5º de carrera. ¡Qué contento estoy de haberme mudado a Madrid de aquellas, con tantas cosas bonitas como trajo a mi vida...!

Muchas gracias por todo, chicas, ¡hasta que volvamos a salir!

2 comentarios:

Vero dijo...

Una serie bien chula! Muchas gracias a ti, siempre.

Muak!

Antón Pérez dijo...

=)