13/1/16

El verdor del desierto

 Hay mucha gente (y en su derecho está, por supuesto) a la que el paisaje desértico en que nos movimos por el cabo de Gata la semana pasada le asquee. Gente que vea las tierras yermas como una oportunidad perdida de tener un bosque. No me sucede a mí eso, como bien sabéis los que leéis mis entradas, cargadas de emoción, sobre los paisajes castellanos que atravieso en tren cuando voy a Galicia; y disfruté como un mico de todo lo que vimos estos días. Por no hablar de que, por lo demás, y como ya comenté cuando hace dos años y medio me dejé caer por los desiertos interiores almerienses, el desierto no está ni mucho menos muerto: "desiertos", en sentido amplio, son aquellas zonas donde caen menos de 200 litros por metro cuadrado de lluvia al año; no se menciona pues nada de que tengan que estar vacíos de bichos y plantas.

 Plantas que además, en la zona de Almería, acumulan un buen número de especies propias del continente africano, y que en Europa sólo se dejan ver en las zonas más áridas. Plantas estas muchas veces lo suficientemente distintivas como para que apetezca tachárselas, por lo que intenté estar atento al suelto tanto como a los "gorriones" que pudieran resultar ser camachuelos trompeteros. Plantas como la cornicabra Periploca laevigata, una de las poquísimas asclepiadáceas europeas nativas, de curiosas flores, que toma su nombre prestado de la cornicabra "de verdad" por la forma de sus frutos.

 Plantas como el manto de la Virgen Fagonia cretica, también de una familia, las zigofiláceas, prácticamente sólo tropical.

 Plantas por fin como la alhucemilla Lavandula multifida, que asomaba ya florida por todas partes y que me trajo bastantes recuerdos de los días pasados en Marruecos. Anda que no ha llovido ya... (menos, en estas tierras secas).

 De todas maneras, a un paseante cualquiera lo que más le llamarían la atención no serían las minucias que arriba os pongo, sino las dos especies más características del paisaje del cabo: la pita y las chumberas. Y tan características, tan características son... que como muchos ya sabréis son las dos especies americanas asilvestradas.

 A las chumberas por otra parte no parece que les quede mucho: desde hace un par de años una plaga de cochinillas del carmín Dactylopus coccus, las mismas de las que se saca el colorante alimentario, están dando buena cuenta de todas las chumberas del sureste español, y la verdad es que casi todas tenían muy mala pinta... y se quejan los locales, que se quedan sin higos chumbos, y lo siento pero me alegro yo, porque fuera de las huertas daba miedo ver cómo las chumberas (agonizantes ahora) se extendían por todas partes. Con lo poco que me gustan las espinas, además...

 Otras cochinillas, éstas ya inofensivas para la vegetación autóctona o exótica, nos llamaron también la atención: no sé de qué especie serán, pero las cochinillas de la humedad del cabo de Gata eran tremendamente grandes...

 Y yendo Álex y yo juntos, no podríamos dejar de hacer caso a los herpetos. Pero la verdad es que, a pesar del sol, en todo el parque no pudimos echar a la lista más que un par de lagartijas Podarcis hispanicus "Galera" como ésta...

 Así pues, aves y plantas sumaron el grueso de nuestras observaciones naturalísticas. Y a falta de camachuelos trompeteros, fueron las collalbas negras Oenanthe leucura, las cogujadas montesinas, y todo un ejército de tarabillas comunes y colirrojos tizones invernantes, las especies que más nos acompañaron a lo largo de nuestra visita.

Y cierro ya con un escribano triguero Emberiza calandra, usando de percha desde la que cantar una espiga de pita, al igual que su compañera la collalba de arriba. Mañana más.

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